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Lila Sacher y el equinoccio

Esta mañana he escuchado en la radio que el próximo martes,  23 de septiembre, será el equinoccio de otoño. ¡El equinoccio!, he pensado mientras preparaba el desayuno en la cocina, y mi corazón ha dado un pequeño vuelco, como si me acabaran de proponer una cita.

Según wikipedia, este año el equinoccio de otoño se producirá exactamente a las 02:29h de la noche que va del lunes al martes, pues ese será el momento justo en el que el Sol “está situado en el plano del ecuador terrestre”. Así que el próximo martes la noche y el día tendrán la misma duración en todos los lugares del planeta y comenzará en otoño en el hemisferio norte y la primavera en el hemisferio sur. Seis meses después, en marzo, tendrá lugar el equinoccio de primavera, y así año tras año.

¿Y qué tiene que ver todo esto con Lila Sacher y la expedición al norte? ¡Pues muchísimo! Porque cualquiera que siga a Lila en esta aventura sabrá que los equinoccios marcan también el momento en el que las mareas son más fuertes en los océanos,  las llamadas mareas equinocciales, y que ese dato será cuestión de vida o muerte para ella y sus compañeros durante su viaje al bordo del Varsovia. Pero para que esa parte de la historia encajase, ¡primero tenía que entenderlo bien yo misma!

[yellow_box] Documentarse, que es como se llama al proceso de aprender sobre distintos temas para poder escribir de ellos en tus historias, es una de las partes más bonitas de mi trabajo como escritora. ¡La excusa perfecta para dedicar mucho tiempo a aquello por lo que siento curiosidad! Pero también sobre asuntos a los que nunca había prestado demasiada atención y que resultan fundamentales para la historia, como este de las mareas. [/yellow_box]

Yo curioseo mucho en Internet para escribir mis cuentos y a menudo comienzo con un primer vistazo en wikipedia. Para mí es una herramienta inagotable y, aunque siempre haya que contrastar la información, me permite resolver pequeñas dudas y hacerme una idea general de algunos temas que desconozco por completo. La sensación es que siempre me lleva a nuevos sitios, aunque solo sea el comienzo de un viaje que incluirá visitas a webs especializadas, acribillar a preguntas a personas con amplios conocimientos  y acudir con frecuencia la biblioteca.

Y es que, por más fantasiosa que pueda ser una novela, aunque inventes toda clase de escenarios, situaciones y seres, todas las historias están construidas utilizando elementos de la realidad, por fragmentados que estos sean. Estamos de acuerdo en que los dragones solo existen en nuestra imaginación, pero para describir a un dragón harás bien en conocer más sobre los lagartos comunes. ¿Cómo es su piel, y su lengua, cómo caminan y cuántos dedos tienen sus patas? Y seguramente te sea útil leer lo que otros autores imaginaron para sus dragones. Por otra parte, si tienes que describir un mundo con seis lunas, ¿no sería interesante investigar sobre los satélites que giran alrededor de los distintos planetas del Sistema Solar? Leyendo en libros de astronomía , viendo imágenes en la web de la NASA o incluso acudiendo a un observatorio, tu mente se llenará de imágenes y sensaciones acerca de satélites gaseosos, helados, de color rojo, amarillo o azul…

No siempre se utiliza todo lo que has aprendido. En realidad sueles utilizar una parte muy muy pequeña, ¡a veces incluso nada! Pero tu cabeza no deja de pensar en la historia mientras lees, y seguramente algún otro detalle te sugiera algo distinto que podría suceder, o te lleve a una nueva historia cuando menos te lo esperas, o sencillamente pase a formar parte de tu vida y tiempo después te haga sobresaltar un poco a la hora del desayuno y , mientras comes una tostada en la cocina de tu casa, te haga pensar en el mar de Ojotsk, en flores de hielo, migraciones de atunes y millones de caracolius Cristalinus.

P.D. En la imagen uno de los bocetos que hizo Anuska para la portada de Lila Sacher y al expedición al norte, y la ilustración final.

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